jueves, 1 de agosto de 2013

Ideal para madres primerizas: Posturas y Tips para un buen amamantamiento.

En esta semana de la lactancia materna, te invito a ver este video, que te ayudará con estas recomendaciones, a tener una buena experiencia de amamantamiento. No me canso de repetir que la leche materna es el mejor alimento para un bebé, que le aporta nutrientes, anticuerpos y amor!!

http://www.youtube.com/watch?v=gon1PHxYVig

lunes, 4 de marzo de 2013

Desnutrición infantil y discapacidad

Un vínculo peligroso Es indiscutible la interrelación que existe entre pobreza y desnutrición, la cual ha motivado trabajos de investigación de diversos organismos. La desnutrición infantil es un síndrome clínico, caracterizado por un insuficiente aporte de proteínas y/o calorías necesarias para satisfacer las necesidades fisiológicas del organismo. En este trabajo se expone la vinculación existente entre desnutrición infantil, problemas nutricionales y anemia (en niños y mujeres embarazadas) y la aparición de sujetos con discapacidad mental o trastornos conductuales. Muchos de los casos de niños que llegan derivados a la escuela especial (en donde me desempeño como integrante del gabinete escolar) -y en particular aquellos que han fracasado en los primeros dos años de EGB- son diagnosticados como “retraso madurativo” o “trastornos de aprendizaje”. Es este un diagnóstico abarcativo e impreciso, justamente a la espera de una precisión diagnóstica posterior que devendrá con la maduración del niño, el despliegue de sus capacidades y futuras investigaciones. Al indagar en la historia vital del niño y su familia, y al no encontrar ningún episodio significativo que pueda ser considerado motivo de sus dificultades actuales, aparece como dato relevante el haber padecido en sus primeros años de vida un cuadro de desnutrición infantil. Si bien en la actualidad se encuentran comprendidos en un programa de bajo peso en algún servicio hospitalario, indudablemente la carencia alimentaria de los primeros años de vida ha dejado su marca. Es indiscutible la interrelación que existe entre pobreza y desnutrición, la cual ha motivado trabajos de investigación de diversos organismos. En todos ellos la constante es la vinculación entre el estado de desnutrición infantil y la afectación del crecimiento físico, bioquímico y mental, con numerosas consecuencias clínicas apreciadas desde el punto de vista morfológico y funcional. Todo niño que ha sufrido desnutrición infantil evidencia un retraso en su crecimiento, en la talla y el peso corporal, en relación a la edad. Ha quedado ampliamente demostrado que las secuelas dejadas por la desnutrición se hacen evidentes en las alteraciones antropométricas, reducción del perímetro cefálico, talla baja, anemias, carencia de micro nutrientes, hipovitaminosis A, predisposición a contraer infecciones, alteraciones inmunológicas, trastornos a nivel del sistema nervioso central y disminución del C.I. Estudios científicos Algunos estudios hablan de niños aparentemente normales o aún “gorditos” pero “acortados” en relación a la talla esperable para su edad. Se habla de “petisos sociales”. Para el CESNI (Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil), en estos niños la dieta no cubre los requerimientos de hierro, calcio y en menor medida zinc y vitamina A; es la llamada desnutrición oculta. Este problema abarca varias deficiencias nutricionales, aunque la más común es la falta de hierro, que provoca anemia por falta de hierro. La desnutrición infantil es un síndrome clínico, caracterizado por un insuficiente aporte de proteínas y/o calorías necesarias para satisfacer las necesidades fisiológicas del organismo. La infancia es el período caracterizado por el crecimiento corporal, que requiere una cantidad determinada de nutrientes para sintetizar nuevos tejidos o culminar etapas importantes, como el desarrollo neurológico (Lic. Verónica Piovani y Lic. María de las Nieves Piovani. Definición elaborada sobre la base de los conceptos vertidos por la Dra. Norma Avelina Perez, directora asociada de la Maternidad Vidal de Corrientes, capital). Comprende desde el nacimiento hasta la adolescencia, es decir el período de vida en el que tienen lugar las más importantes transformaciones del crecimiento físico y desarrollo y organización psíquica. Diversos estudios científicos han demostrado que la anemia y la deficiencia de hierro afectan la actividad cerebral y la capacidad cognitiva, en especial durante la infancia, perjudicando el desarrollo mental y psicomotor. Estos estudios han determinado una diferencia de 5 puntos en el C.I. de niños anémicos, lo cual comprometerá su desarrollo y competitividad futuros. Una nutrición deficiente provoca consecuencias irreversibles en un niño. Está comprobado que en niños mayores la anemia está relacionada con falta de energía y fatiga, la cual afecta el rendimiento escolar y el aprendizaje. Incide en el comportamiento, falta de atención, irritabilidad, inseguridad y determina disminución en la actividad física. Según datos de la OMS, la anemia es la séptima causa de muerte en la población mundial; constituye el problema nutricional más grave del mundo. El 90% de los anémicos viven en países subdesarrollados. Un trabajo realizado por la Sociedad Americana de Neurociencias ha mostrado que la falta de hierro provoca trastornos del sueño y ocasiona movimientos involuntarios de piernas y brazos. Según este mismo informe, la carencia de este mineral provoca generalmente problemas en la producción de dopamina, sustancia que transmite mensajes al cerebro y al sistema nervioso central. Debido al desconocimiento de este desorden y su vinculación con el déficit de hierro, muchos pediatras o padres piensan que se trata de niños hiperactivos, rebeldes o dispersos, cuando en realidad puede tratarse de una alteración neurológica provocada por la carencia de este mineral. Quiero dejar en claro en este trabajo la estrecha vinculación existente entre desnutrición infantil, problemas nutricionales, anemia en niños y mujeres embarazadas y la aparición de sujetos con discapacidad mental, o trastornos conductuales. Desde los años ‘80, la desnutrición se abordó no sólo como un problema biológico, sino como la conjunción de factores económicos, antropológicos, sociológicos y culturales. Algunos ejemplos clínicos A continuación se describen sintéticamente algunos casos de niños que concurren a escuela especial y que presentan retrasos madurativos y trastornos de aprendizaje como consecuencia de su diagnóstico de desnutrición. 1) L. tiene 9 años 8 meses, vive actualmente con sus abuelos maternos (el abuelo y su pareja). En la entrevista inicial, su abuelo relata que en oportunidad de una visita a casa de su hija, observó que L. “no estaba bien de salud y estaba desatendido”. En ese entonces tenía 1 año y 2 meses de edad. No sostenía la cabeza, no reía, se mantenía en actitud pasiva y dormía más horas de lo esperado. Decidió entonces criarlo él, y su hija (madre del niño) accedió ya que además tenía otros hijos. Allí comenzaron los estudios médicos, resultando con un diagnóstico de desnutrición grave, y el ni-ño debió permanecer un mes internado. Actualmente L. continúa en un programa de bajo peso. En cuanto a su maduración, es evidente el retraso que presenta. Se expresa con dificultad, es de talla y peso comparable a un niño de 4 años, y su desarrollo cognitivo y motriz también corresponden a esa edad. Es irritable, tiene episodios en que arremete sin motivo aparente (como una verdadera descarga), se enoja y llora. 2) D. nació de un embarazo no deseado a los 6 meses de gestación. Estuvo 3 meses en incubadora por ser prematuro. Marcha a los 4 años. Proviene de una familia de muy bajos recursos socio-económicos. Durante sus primeros años de vida tuvo desnutrición grave; actualmente continúa en programa de bajo peso y control médico y tiene desnutrición de 2º grado. Presenta una conducta voraz con respecto a la comida, de modo que come demasiado para el tamaño de su estómago y después vomita (según informa la pediatra que lo atiende). Su edad cronológica es de 6 años y medio, pero madurativamente funciona como un niño de aproximadamente 3 años, tiene enuresis y encopresis nocturna. 3) P. tiene actualmente 9 años y está en control por desnutrición. Se evidencian dificultades visuales y una inmadurez generalizada que se manifiesta en el lenguaje (escaso y con dificultad de articulación), en la conducta viso-motora, con indicadores de daño orgánico y en la dificultad para el aprendizaje escolar. Concurrió 3 años a escuela común, no pudiendo superar el nivel inicial, por lo cual debió ser incorporado tardíamente a escuela especial. Según consta en un informe psicopedagógico, la desnutrición padecida por el niño ha dejado una secuela importante que obstaculiza sus aprendizajes. En todos estos casos, estamos hablando de niños que provienen de familias de muy bajos recursos económicos y culturales. En ellos la prioridad es la supervivencia, de modo que los controles médicos y la escolaridad pasan a un último plano, a tal punto que no se los considera como elementos importantes para sus vidas. Tienen otras urgencias. Para finalizar Estos casos que he presentado para ejemplificar un problema tan grave, tanto en nuestro país como en el mundo, me hacen reflexionar acerca de un concepto que trabaja Silvia Bleichmar (doctora en Psicoanálisis) en su libro “Subjetividad en riesgo” acerca del “malestar sobrante”. La doctora sostiene que “el malestar sobrante” no está dado, en nuestra sociedad actual, sólo por la dificultad de algunos a acceder a bienes de consumo, ni tampoco por el dolor que pueden sentir otros, más afortunados materialmente, pero en tanto sujetos éticamente comprometidos y provistos de un superyo atravesado por ciertos valores que aluden a la categoría general de “semejante”, ante el hecho de disfrutar beneficios que se convierten en privilegios ante la “carencia entorno”. La desnutrición infantil forma parte de esta “carencia entorno” y nuestro dolor está aquí como sujetos éticamente comprometidos, capaces de disfrutar de ciertos beneficios que se convierten en privilegios, pero -como dice la autora más adelante- aquello que puede disminuir el malestar sobrante, es recuperar la capacidad pensante, la posibilidad de interrogarnos, de teorizar acerca de los enigmas y mediante ello, recuperar el placer de invertir lo pasivo en activo. Bibliografía: - La Desnutrición infantil, por Lic.Verónica Piovani (docente e investigadora de la Universidad Nacional de La Plata, experta contratada por el Consejo Federal de Inversiones como responsable del área social de la investigación “El mapa de la desnutrición infantil en la Provincia de Corrientes”) y Lic. María de las Nieves Piovani (docente de la UNLP, experta contratada por el CFI como responsable del trabajo de campo de la misma investigación). - Revista de la Fundación Argentina contra la Anemia. Año 1, número 1, abril/05. - Anemia en niños y adolescentes y Qué es la anemia, cuadernillos de difusión de la Fundación Argentina Contra la Anemia. - Subjetividad en riesgo. Silvia Bleichmar.

jueves, 28 de febrero de 2013

Ejercicios de estimulación del Lenguaje en los niños




Estimulación del lenguaje

Podemos anticiparnos a algunos problemas de lenguaje como la dislalia con ‘juegos’ en casa que permiten ejercitar los órganos fono articulatorios del niño.  Algunas ideas son:
  1. -que use cañita para tomar líquidos
  2. -que sople una bolita de algodón, de tecnopor, una pluma o que infle un globo.
    Si ya tiene molares, que aprenda a masticar.  No es necesario que siga consumiendo alimentos triturados o licuados porque no esto no permite que el maxilar gane fuerza.  A partir de los 6 meses, los bebes inician con papillas chancadas o licuadas pero conforme crece estas comidas deben ser más consistente y espesas hasta pasar a alimentos que ellos puedan jalar, triturar y morder.
Hasta los 6 o 7 años podemos esperar que pronuncie la R o RR, los demás fonemas los irá diciendo conforme crece.
Por: Daniela Palomino Psicóloga clínica educativa.  Psicoterapeuta en lenguaje oral y problemas de aprendizaje en la lecto-escritura. Nido Angeles del Carmen - San Borja



jueves, 7 de febrero de 2013

Los bebés prematuros son los más necesitan de la Estimulación Temprana

Intervención temprana de terapia ocupacional en prematuros
Los bebés prematuros pierden tiempo de maduración dentro del ámbito materno. Además, por su bajo peso, requieren periodos prolongados en las unidades de cuidados neonatales. Todo ello altera el desarrollo normal del niño, quien necesitará de una estimulación adecuadamente balanceada en cada caso y de medidas que impidan la sobreestimulación de un pequeño todavía no preparado para el ambiente en el que se encuentra. A continuación, se dan los fundamentos y las acciones adecuadas para una acción que le resulte beneficiosa.

El desarrollo infantil es un proceso dinámico, sumamente complejo, que se sustenta en la evolución biológica, psicológica y social.
Los primeros años de vida constituyen una etapa de la existencia especialmente crítica, ya que en ella se van a configurar las habilidades perceptivas, motrices, cognitivas, lingüísticas y sociales que posibilitarán una equilibrada interacción con el mundo circundante.
A su vez, están profusamente estudiadas las consecuencias negativas que puede tener la presencia de factores de riesgo biológico en el desarrollo de un niño (enfermedades congénitas, lesiones perinatales, etc.), y la forma en que ello se potenciará si el niño se encuentra inserto en un medio ambiente carente de estímulos y oportunidades (de orden económico, sociocultural, etc.) que le impidan recibir tratamiento médico en forma adecuada y sistemática.
Un importante factor de riesgo lo constituye actualmente el nacimiento anticipado, ya que, debido a los avances en la medicina perinatal, ha aumentado la sobrevida de los niños prematuros de muy bajo peso. La Organización Mundial de la Salud define como prematuro a aquel nacido antes de las 37 semanas de embarazo cumplidas, lo que corresponde al 1% de los recién nacidos vivos. Dentro de esta categoría, aquellos con un peso de 1500 grs. o menos corresponden al grupo que amerita las mayores atenciones, por el riesgo de presentar discapacidad en etapas posteriores de su vida1.
En las últimas dos décadas, se han utilizado en los prematuros una variedad de intervenciones que buscan compensar su inmadurez y su abreviada experiencia intrauterina. Ellas intentan compensar el proceso que se interrumpió de manera repentina con el parto antedatado y, según distintas investigaciones, tienen efectos beneficiosos sobre el crecimiento y aumento de peso a corto plazo, disminuyen el soporte ventilatorio, los días de hospitalización y favorecen el desarrollo del neonato.
Teniendo en cuenta que la atención temprana tiene como finalidad ofrecer a los niños con déficit o con riesgo de padecerlos un conjunto de acciones optimizadoras que logren compensar o facilitar la adecuada maduración en todos los ámbitos, pueden destacarse dentro de ella dos instancias de intervención complementarias y simultáneas. Por un lado, la intervención estimuladora del neonato (Intervención Temprana propiamente dicha) y, por el otro, el manejo del medio ambiente en la unidad de cuidados neonatales.
Estimulación e intervención temprana
Las más recientes investigaciones en el campo de la neurobiología han sido específicas para demostrar cómo las neuronas de la corteza cerebral en un niño pequeño se van interconectando, de acuerdo a un esquema determinado genéticamente y según van recibiendo estímulos del medio ambiente (plasticidad del sistema nervioso).
Las mismas investigaciones son enfáticas en establecer que de no recibir estímulos, las neuronas desarrollan menos interconexiones, e incluso pueden morir. Una parte importante relativa a la forma en que se interconectan las neuronas está genéticamente determinada, principalmente aquellas destinadas al control de la respiración, el ritmo cardíaco, la regulación de la temperatura corporal o los reflejos.
Sin embargo, otra porción muy significativa depende de los estímulos del medio ambiente para su interconexión. Esos estudios han establecido igualmente la importancia de los primeros años de vida como el período crítico en el cual es posible aplicar estimulación para lograr desarrollar el máximo potencial de cada ser humano.
De acuerdo a la teoría cognitivo-afectiva de Jean Piaget, el desarrollo de las funciones sensorio-motoras, que ocurre durante los primeros años de vida, influye posteriormente en la evolución de todos los procesos mentales; así, con ellas el niño aprende acerca de los objetos y las acciones, el espacio, el tiempo y la causalidad.
Para comprender esto, es necesario mencionar lo que plantean algunos autores, en el sentido de que todo el desarrollo del niño se resume en una corticalización progresiva, que está en función estrecha con las experiencias vividas.
El aprendizaje sensorio-motor de Piaget se basa en que durante el primer año de vida gran parte del aprendizaje del niño está dado por estímulos externos o sensaciones internas y una respuesta manifiesta, todas conductas motoras aprendidas. De acuerdo con esto, es de primordial atención la estimulación motriz y psicosocial en tal etapa.
Este sistema exige que el niño actúe en su medio para que el desarrollo cognoscitivo evolucione: necesita moverse, manipular cosas, escuchar sonidos, mirar objetos para coordinar las acciones motoras simples con las percepciones que le van llegando (actos sensorio motores). Su conocimiento es la construcción que éste realizará por sus acciones, descubriendo, creando o inventando, ayudado por la estimulación y el conocimiento social que se le brinda.
Manejo y regulación del medio ambiente
Debido a sus características peculiares, el recién nacido prematuro presenta dificultad para asimilar estímulos ambientales y menor organización interna, que se manifiesta en cambios de coloración de la piel, aumento del esfuerzo respiratorio, pobre regulación de la temperatura corporal e incapacidad para mantener un estado de alerta tranquila. Dichos signos afectan la capacidad del menor para interactuar con sus padres y con el medio ambiente, dedicando su esfuerzo sólo a la autorregulación..
Los niños prematuros son neurológicamente inmaduros; consecuentemente, presentan dificultad para adaptarse al invasivo medio ambiente de la Unidad de Cuidados Neonatales. Este entorno se caracteriza por luces brillantes, ruido y frecuentes manipulaciones del neonato. En este esfuerzo por hacer frente al medio ambiente extrauterino, los niños prematuros intentan autorregularse fisiológicamente. Con frecuencia, manifiestan signos y señales de estrés.
Ambiente intrauterino
El feto inicia su vida en un medio ambiente que modula todos los estímulos que actúan sobre él mientras transcurre su desarrollo: el útero materno. Este hábitat intrauterino se caracteriza por ser un ambiente líquido, tibio, oscuro, que proporciona contención y comodidad, además de los nutrientes y hormonas necesarias para el desarrollo normal del niño en formación.
El feto siente los ruidos fisiológicos de su madre (estimulación auditiva), se mueve cuando su madre lo hace y espontáneamente, desde la novena semana de edad gestacional, tiene estimulación vestibular y kinestésica, y está en contacto directo con las paredes del saco amniótico (estimulación táctil y propioceptiva). Además, otras funciones básicas como la nutrición, la termorregulación y la modulación del ciclo sueño-vigilia se desarrollan a través de esta matriz, como medio de conexión con su madre.
Desde el punto de vista postural, el útero materno proporciona al feto la flexión global de su cuerpo, favorece el desarrollo en la línea media, la contención y, por supuesto, la comodidad necesaria, posicionándolo correctamente para que la naturaleza actúe sobre él.
Los niños que nacen prematuramente son dramáticamente privados de este pacífico medio ambiente y pierden la estimulación intrauterina necesaria para completar el adecuado desarrollo.
Medio ambiente extrauterino:
Unidad de Cuidados Neonatales (UCN)
Los neonatos intentan hacer frente a la estimulación de las luces brillantes, alarmas, ruidos fuertes de monitores y voces humanas en la UCN. Para autoprotegerse de las demandas del medio ambiente externo, exhiben conductas defensivas que corresponden a signos de estrés y autorregulación.
Signos de estrés:
Cuando los bebés prematuros que permanecen en la UCN son sobrecargados por la continua estimulación que les entrega el medio ambiente y las manipulaciones relacionadas a sus cuidados, frecuentemente muestran conductas manifiestas de estrés. Estos signos de sobrecarga de estímulo pueden corresponder a señales físicas o cambios fisiológicos. Ellos indican que el neonato no requiere estimulación adicional.
Estas señales frente a la sobrecarga de estímulos incluyen: desviar la vista o girar la cabeza en sentido contrario del estímulo, fruncir el ceño, apretar fuertemente los labios, movimientos de torsión de brazos, piernas, tronco, etc.
Signos de autorregulación:
A pesar de que los neonatos pueden exhibir conductas que son indicadoras de estrés, también pueden mostrar signos de autorregulación y organización. Estas conductas tienen por objetivo calmar al recién nacido y ayudarlo a recuperarse del estrés. Ello sucede cuando el sistema nervioso central del niño es incapaz de regular la estimulación entrante. El neonato comienza a estar hiperactivo y más despierto y muestra esfuerzos crecientes para organizar sus sistemas motor y fisiológico para alcanzar un estado de tranquilidad. Estos esfuerzos de autorregulación pueden agotar las energías del neonato, particularmente si tiene dificultad en calmarse. Algunas señales que muestran como signos de autorregulación son los siguientes: aversión a fijar la mirada, succión intensa para calmarse, moverse en forma permanente buscando contacto, etc.
Mediante el reconocimiento de estas conductas, el personal de la unidad de cuidados neonatales puede asistir la autorregulación del neonato mediante reducción de la estimulación o implementando estrategias que faciliten los procesos de autorregulación.



Fuente: http://www.elcisne.org/ampliada.php?id=887 Periódico El Cisne